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MÉTODO AUDIO LINGUE




El método audiolingüe, conocido también como método audiolingüístico, es la concreción didáctica de la lingüística estructural y el análisis contrastivo, en cuanto a la concepción de la lengua, y del conductismo, en cuanto teoría del aprendizaje.

Dicho método, patentado por N. Brooks en 1964, apareció como consecuencia del mayor interés dado a la enseñanza de lenguas extranjeras en Estados Unidos hacia finales de los años 50. Está basado en la experiencia previa de los programas del ejército para la enseñanza de idiomas y en el enfoque oral o estructural desarrollado por C. C. Fries. Siguiendo los principios básicos del estructuralismo, se creó esta metodología de enseñanza de L2 que anuló casi por completo el método de gramática-traducción, vigente hasta los años 40 del siglo XX, y cuyos elementos definitorios y básicos son los siguientes:

Una descripción científica de la lengua contemporánea basada en la idea de que la lengua es un sistema de estructuras.
La comparación entre lenguas, para poder ver mejor la autonomía de cada sistema, las diferencias esenciales y también las semejanzas.
El énfasis en el aspecto oral de la lengua.
La importancia dada a la comunicación como función esencial del lenguaje.
La concepción propia del conductismo de que el uso del lenguaje es un comportamiento, que se aprende a base de adquisición de hábitos mediante conductas repetitivas.
Según estas características, la clase audiolingüe prototípica consta de los elementos siguientes (cfr. J. C. Richards y T. S. Rodgers, 1983):

En primer lugar, los estudiantes escuchan un diálogo modelo, que sirve para contextualizar las estructuras que se introducen en la lección, e ilustrar las situaciones en que pueden usarse. El diálogo se repite, se memoriza y luego es representado por los aprendientes, insistiendo sobre todo en la pronunciación y la entonación.
Se seleccionan las estructuras del diálogo y se repiten. Dichas estructuras gramaticales quedan recogidas en tablas de sustitución, donde aparecen los diferentes elementos pertenecientes al mismo paradigma que pueden conformar una determinada estructura lingüística. Así, por ejemplo, es normal encontrar tablas donde, en una columna, se conjugan todas las formas verbales que pueden ocupar una determinada posición (voy, vas, va, vamos vais, van), otra columna presenta las preposiciones posibles con las que se pueden combinar (a, al, a la…) y una última columna reúne la variedad de complementos con los que pueden aparecer (escuela, universidad, instituto, etc…).
Tras crear la tabla de sustitución, se realizan ejercicios diversos de tipo estructural. Los ejercicios estructurales, como son los de repetición, de huecos, de transformación, están basados en la idea de que el aprendizaje de una lengua consiste en identificar, adquirir e interiorizar sus estructuras a base de repetirlas.
Con esta metodología se pretende conseguir un dominio oral de la L2 y hacer que el aprendiente hable de modo automático, sin tener que recurrir a la traducción desde la lengua materna. El papel del aprendiente es pasivo, responde a los estímulos ofrecidos, sin tener en cuenta el contenido de lo que practica, y sin tomar la iniciativa en la interacción. El profesor tiene un papel activo, proporciona estímulos, y es quien controla y reconduce la evolución del aprendizaje.

Con el tiempo, aparecieron dos focos de crítica sobre este método: por un lado, la concepción de la lengua en que se basa; por otro, la teoría del aprendizaje subyacente. Sin embargo, cabe señalar que actividades características del método audiolingüe, como son los ejercicios estructurales, han pasado a integrarse en una perspectiva más amplia de la lengua vista como lengua en uso. Desde esta perspectiva, se entiende que el conocimiento y uso de la lengua requieren el dominio, además del conocimiento estructural, de otros recursos y otros saberes, propios de la competencia comunicativa.